
Las mamis no se queman. A Marcelina, que aun le falta mucho para ir a cocinarle a Dios. La mujer no recordaba el pasado, por el contrario lo vivía día a día. Sus recuerdos a veces se perdían entre el presente y el pasado reduciéndose a una condición vegetativa. Vivía en un estado neutral del tiempo. Esa tarde llegó de emergencia al hospital. Sus hijos, nietos y bisnietos le explicaban a la Doctora de guardia lo ocurrido con su salud "Estaba tranquila, y de repente comenzó a temblar. Mi negra se puso pálida Doctora" decía la menor de las hijas que, entre la mascarilla y las gafas empañadas, trataba de controlar los sollozos por el temor de perder a su anciana madre... La mujer cocinaba como para los reyes. Su sazón, herencia de un pueblo con tierras fértiles y tan negras como el carbón, sólo inspiraba las historias sobre su mano mágica para los platos más sublimes "¡Que comida tan rica! ¿Eres un chefs?" Preguntaba la niña al subirse en una silla para ver a su nan...